
Son tiempos de incertidumbre, en los que muchas empresas optan por soluciones de corte táctico orientadas a capear el temporal y aguantar el chaparrón en espera de que amaine. Pero limitarnos a este tipo de decisiones puede desvirtuar el propio producto o servicio, y las consecuencias que puedan tener a largo plazo sobre la marca. Frente al nuevo consumidor, más informado y más exigente, nunca había tenido tanto sentido apostar por la creación de valor añadido y la innovación de las marcas.
En mayor o menor medida, la mayoría de los profesionales de la comunicación y el marketing parecen estar de acuerdo en que la esencia del branding pasa por definir, promover y conseguir la percepción que una organización desea que de ella tengan sus públicos. La identidad de marca (brand identity) es una promesa, todo lo que se desea que se asocie a una organización, el modo en cómo es vista. Por último, la imagen de marca (brand image) es el modo en que el público percibe la marca. El éxito del branding pasará por tanto por alinear estos conceptos, por conseguir un equilibrio entre lo que somos y hacemos, cómo queremos ser percibidos, y cuál es en realidad la percepción que de nosotros se tiene. Hoy en día la reputación va ligada a valores deseables para el conjunto de la sociedad, en la que juegan un papel destacado aspectos de índole diversa como pueden ser los asociados a la responsabilidad corporativa, que ha experimentado un auge considerable en los últimos tiempos, y que incluso ha sido adoptado como estandarte por muchas empresas.
Los consumidores tienden a buscar una compra al menor coste posible, y de ahí el auge masivo de las marcas blancas en los últimos años. El consumidor actual se aleja mucho del patrón imperante hace algunos años. El acceso masivo a las tecnologías de la información, y una población mucho más proclive a su uso y formada para ello, promueven una coyuntura en que se ha pasado de un tradicional papel pasivo, en que las empresas eran las que decidían qué productos ofrecer y el consumidor quedaba relegado a un mero receptor de impactos, a un protagonismo del consumidor en que es él quien decide qué y cómo quiere que se le ofrezca.
Por ello, el branding no es solo una herramienta de gran importancia para cualquier empresa, sino que es un "arma" que puede lograr un éxito inimaginable. ¿Quién podía imaginar que el tradicional y antiguo color característico de Papá Nöel, el verde, podría transformarse a conciencia mundial en color rojo por una famosa bebida cuyo color rojo representaba el corporativo? Apuesto a que hay personas que desconocen incluso este origen o dan por hecho que ese fue siempre su color. Eso es todo un triunfo empresarial.
Pues bien, ese digamos es el objetivo de ahora, que en una época difícil en todos los ámbitos de la sociedad, se logre inculcar en las mentes de los consumidores, nuestra marca, y que ésta esté tan presente en ellos que ni siquiera sean conscientes de lo importante que es en realidad.
Fuentes: http://www.brandman.es/noticias/branding-en-tiempos-de-crisis/
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